Será por eso que te quiero tanto?


Henri Toulouse-Lautrec es uno de mis pintores favoritos. Cuando veo una obra suya inmediatamente me traslado a ese lugar. A esos rincones plagados de ruidos, hilos de humo, risas, gritos y algunos llantos. El cansancio y la bebida a la orden de cada noche. Cada trazo es una foto que me acerca a esas personas. Pintaba en las sombras, bocetaba momentos y contaba historias, todo a la luz de los faroles. Conocía la noche, abrazaba las madrugadas y sabia como decirlo con trazos rápidos plagados de emoción. Era ahí donde se sentía parte y dio batalla desde su cómoda trinchera, perdido en burdeles con su metro y medio de pura expresión. En sus pasteles viven mujeres,  la mayoría bailarinas y prostitutas, a veces felices, sonrientes y enérgicas, otras, abatidas y abrumadas por el miedo. Miedo a estar enfermas y por esto ir presas, miedo a cada inspección y a esa fila humillante. Fue un poeta sincero, real y comprensivo. Las amaba y sobretodo las entendía. Y así las mostró, como eran y como fue ese Paris embriagado de absenta, pasión y dolor. El mejor cronista de la Belle Epoque y mi mejor susurrador de cuentos. Porque a mí me gusta eso, que el arte me deje entrar y fisgonear que arrastra cada pincelada. Esa sensación que me interpela, creyendo que lo sé todo y también estoy ahí. Una paleta peligrosa capaz de hacerme sufrir y también soñar.


Claro, por todo esto es que te quiero tanto.



L`Inspection médicale, 1894

Henri Toulouse-Lautrec



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